Krystal Gomez

Directora Jurídica

Crecí con mi familia en la frontera con un pie en Brownsville, Texas y el otro en Matamoros, Tamaulipas. Mi abuelo paterno era un ciudadano mexicano que se unió al Ejército de Estados Unidos y peleó en la Guerra de Corea. Después de haberse ganado su estado como ciudadano estadounidense, trabajó en el puente como cobrador de peajes a los que cruzaban la frontera por el Puente Internacional, pero también conservó su pequeño ranchito a las afueras de Matamoros que visitábamos los fines de semana y en las reuniones familiares.

Mi abuela materna, también ciudadana mexicana, tuvo a algunos de sus 14 hijos en Brownsville y algunos en Matamoros. Su esposo era un trabajador migrante, y en lugar de pasar por la labor de parto sola cuando él no estaba, prefería volver a casa de sus padres en Matamoros para esos nacimientos. Como resultado, mis tías y tíos tienen una gran variedad de estados de inmigrantes en Estados Unidos. La migración y la doble nacionalidad fluida son conceptos que moldearon mi juventud y los tomaba fácilmente por sentado. Entonces en 1993, cuando tenía alrededor de 11 años, las cosas empezaron a cambiar. La frontera era vista como un área peligrosa y cada candidato presidencial desde entonces ha ofrecido su propia solución a la “Crisis de seguridad en la frontera”. Esta idea relativamente nueva de una frontera “dura”, una con muros, puntos de acceso y oficiales paramilitares interrogando y hostigando a los que cruzan, me sorprende, y sé que eso sólo sirve para poner vidas en riesgo y separar familias como la mía. Supe desde que dejé mi casa para ir a la Universidad que quería dedicar mi vida a pelear por los derechos de las personas que cruzan la frontera.

Me gradué de la UT de Austin en el 2005 con mi licenciatura y una doble maestría en Estudios y Gobierno México-Americanos. En la facultad de leyes ayudé a abrir la oficina del Centro de Justicia Igualitaria de San Antonio, ayudando en recuperar salarios no pagados para la gente, sin importar su estatus migratorio, y fui voluntaria en la Clínica de Inmigración y Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de St. Mary.

Me gradué de la Facultad de Derecho de St. Mary en 2010 y recibí una beca de Texas Access to Justice Fellowship para continuar trabajando con el Centro de Justicia y Equidad, pero esta vez en mi hogar, Brownsville.

En 2011, acepté un puesto en la ACLU de Texas para abrir su oficina fronteriza y trabajar en la Ley y Política de Derechos de los Inmigrantes. Mientras estuve en la ACLU, tuve la oportunidad de visitar centros de detención de inmigrantes y prisiones federales para inmigrantes, y entrevistar a los detenidos sobre las condiciones de su confinamiento; testifiqué en reuniones informativas del Congreso defendiendo la despenalización de los migrantes; escribí amicus curiaes sobre la inconstitucionalidad de los tiroteos transfronterizos por parte de agentes de la patrulla fronteriza; demandé a los agentes de la patrulla fronteriza por registros inconstitucionales en cavidades corporales; y testifique contra proyectos de ley antiinmigrantes en la Legislatura de Texas. Si bien me encantó el tiempo que pasé con la ACLU haciendo «trabajo de impacto», encontrar una resolución para esos casos tomó años y estaba lista para ayudar a las personas con sus problemas de inmigración directamente.

Desde 2013, he estado haciendo precisamente eso como abogada de inmigración privada y a través de mi trabajo voluntario como Presidenta de la Comisión de Asuntos de Inmigrantes de la Ciudad de Austin y en el Comité Asesor de Educación Multilingüe de A.I.S.D.

COMPAÑEROS CONFIABLES

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Mi nombre es Donut, me encanta tomar siestas y jugar con mis juguetes.

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¡Hola, mi nombre es Louie! Me encanta cuando me acarician y me gusta ver a la gente caminar junto a la ventana.