Algo peor que las separaciones de familias
No creí que fuera a ver algo tan cruel como las separaciones de familias de 2018. Nuestra angustia y horror colectivos ante los agentes de la patrulla fronteriza que arrancaban a los niños de los brazos de sus padres y los hacían desaparecer en un sistema que no permitía saber a quién pertenecían. Donald Trump dio marcha atrás tras el clamor público del verano pasado, con la ayuda de un juez federal que le ordenó detener las separaciones. En los meses transcurridos, hemos soportado las noticias sobre las separaciones en curso, las normas de carga pública, las prohibiciones de asilo, la prohibición de tránsito, el ataque a las ciudades santuario y la reducción de las asignaciones para los refugiados. Sé que es un poco insensibilizante. Pero estoy aquí para decirles que hemos llegado a un nuevo fondo. El programa de Protocolos de Protección al Migrante (Migrant Protection Protocols – MPP) es peor que las separaciones de familias.
El Protocolo de «Protección» al Migrante (MPP), también conocido como programa «Remain in Mexico» (Permanecer en México), es el plan por el cual los solicitantes de asilo que hablan español son devueltos a México durante su proceso de asilo. Desde este verano, más de 50.000 migrantes han sido devueltos a México, donde muchos se ven obligados a vivir en un campo de refugiados improvisado junto al puente internacional. El campamento es peligroso e insalubre.
No hay ninguna organización humanitaria que supervise el campo. El agua, la electricidad, la atención médica, la ropa, las mantas y cualquier otro tipo de ayuda es proporcionada por organizaciones de voluntarios como Team Brownsville o Angry Tias and Abuelas of the RGV.
Visité el campamento el fin de semana pasado y quedé absoluta y completamente abrumada por lo horrible que son las cosas allí. Viajaba con otros dos experimentados abogados de inmigración y nos turnábamos para lamentarnos por el horror de todo aquello mientras caminábamos por el campo. Vimos tiendas de campaña hechas con bolsas de basura, cunas para bebés puestas junto a la carretera llena de humo de escape, personas enfermas que esperaban recibir atención médica en la tienda médica de los voluntarios, niños bañándose en el río, y muchos niños.
Conocí al bebé M, cuya madre llegó al puente de parto y fue devuelta a México. El bebé M tiene dos meses y sólo ha conocido la vida en un campo de refugiados improvisado, sin ni siquiera los elementos típicos de un campo de refugiados: comida, agua, refugio y atención médica.
Los migrantes viven en peligro. Los carteles de drogas han aprovechado la oportunidad para utilizar a los migrantes con fines económicos. Son secuestrados regularmente y retenidos para pedir un rescate, ya que la mayoría tiene familiares en Estados Unidos que pueden reunir algo de dinero para su liberación. El precio es de unos 6.000 dólares por persona. Las agresiones sexuales contra las mujeres y las niñas en el campo se producen a diario. La situación se ha agravado tanto que muchos padres han optado por enviar a sus hijos solos a través del puente para que puedan ser procesados en el país como menores no acompañados.
Después de recorrer el campamento de refugiados, comentamos a un abogado local que nos sentimos seguros mientras estuvimos allí. Su respuesta fue:
«No lo estuvieron. Los cárteles tienen vigías en cada esquina, y sabían que ustedes estaban allí».
Proporcionar representación legal a los migrantes refugiados es casi imposible. Se espera que preparen sus solicitudes de asilo y sus pruebas en inglés mientras viven en tiendas de campaña. El día de la vista judicial, hacen fila desde las 4:30 de la mañana en la puerta del juzgado y se pasan todo el día esperando con sus hijos su momento ante el juez, que a menudo retrasa su caso para dentro de unos meses. Casi ninguno ganará, a pesar de tener razones fuertes para solicitar asilo: muchos han sido perseguidos por su propio gobierno: cubanos, venezolanos, nicaragüenses y centroamericanos. De las 47.313 personas cuyos casos se presentaron entre enero y septiembre, sólo el 2,3% tiene representación legal y sólo a 11 se les ha concedido asilo u otro estatus legal, según el Transactional Records Access Clearinghouse de la Universidad de Syracuse, que rastrea los datos de los tribunales de inmigración. Es un sistema imposible.
Es tentador apartar la vista de algo tan desesperante. Pero hay algo que podemos hacer. Les insto a que apoyen a las organizaciones que prestan apoyo humanitario y jurídico. Hay muchos, pero en este artículo destacaré a Brownsvill Team y a Angry Tias and Abuelas por la ayuda humanitaria, así como a VECINA.org por el trabajo legal. Formo parte de la junta de VECINA, una organización de tutoría que ofrece formación y tutoría a los abogados pro bono que aceptan casos del MPP. Si usted es un abogado que está leyendo esto, esté atento al entrenamiento que ofrecerán en enero el Colegio de Abogados de Austin y VECINA sobre cómo realizar un trabajo pro bono con el MPP. Gracias por su ayuda en esta importante lucha. Y como siempre, su energía no se desperdicia apoyando a los candidatos que reviertan estas horribles políticas. Salga a marchar, láncese, haga llamadas promocionales voluntarias y done a las campañas en la que usted crea. Ah, y abrace fuerte a su familia en estas fiestas. Si usted se encuentra a salvo y calentito, tiene mucha suerte.
En Solidaridad,
Kate
Si usted o un ser querido necesita ayuda con su caso de inmigración en Austin, ¡contacte a la abogada Kate Lincoln-Goldfinch hoy!